Desde que el reencuentro se ha hecho efectivo, el tiempo se ha congelado. Nadie mueve un músculo ni emite sonido alguno, si no fuera por la estrepitosa tormenta, el silencio gobernaría la situación, pero no es así. Quienes gobiernan el momento son los miembros del Núcleo, que desde la altura de sus muros exteriores, observan a los interlocutores de la temida Ciudad. El turno de guardia espera con cierta ansiedad a que los tres miembros del Consejo despiertos den órdenes, si por algo forman parte del mismo, es porque ante situaciones límite o estresantes, suelen tomar buenas decisiones. Pero esta vez es personal y puede que la frialdad que les caracteriza, no sea igual esta vez. Tanto Clara, que está ahí desde el principio, como la Amazona y el Contador, que acaban de llegar, se mantienen dubitativos entre recuerdos asaltando sus memorias (como ya ocurrió en la reunión) y la sorpresa porque Paco sobreviviese a aquella noche en la que abandonaron su dictadura. Tan sólo cinco minutos después y con la escena en continua parálisis, las mentes de estos tres registran a la par un pequeño detalle de gran importancia, Paquito no dirige la pareja. Es una buena noticia.
Es en ese momento en el que, con nerviosismo justificado, Sigmund decide hablar para desatascar el momento:
¡Hermanos, hermanas! Os hemos hecho una petición hace ya unos minutos, y aún no hemos conseguido respuesta alguna. Por dios y por la salvación de la humanidad… ¿Haríais el favor de recibir nuestro mensaje?
Ante estas palabras no les queda más remedio que intervenir, el Contador y la Amazona se quedan en un segundo plano permitiendo que Clara continúe como la interlocutora del Núcleo, aunque no es lo común porque ella no se siente cómoda con estas labores, pero es que probablemente no quede vivo, nadie que conozca mejor a Paquito:
¿Hermano Sigmund habías dicho?… Sentimos mucho no dejaros pasar, ni daros el descanso que seguro necesitáis pero es que vuestro compañero no es de fiar… le conocimos en el pasado y sabemos de las maldades de las que es capaz, así que por vuestro bien y nuestra seguridad, decid lo que tengáis que decir y marchaos por donde habéis venido…
No os preocupéis por nuestro descanso, dios siempre nos da fuerzas y tampoco tenéis porqué preocuparos del Hermano Paco, sabemos de sus fechorías. Lo que vosotros no sabéis es que lleva ya mucho tiempo redimiéndose entre nosotros de los pecados de su época… digamos… salvaje… todos cometemos errores y más en este mundo apocalíptico, pero dios sabe perdonar… en fin, esto es lo que venimos a deciros. Hace pocas fechas, un traidor que vivía en nuestra comunidad se escapó cuando fue descubierto, y se ofreció una recompensa por su captura o muerte, se llamaba Mariano. Y digo llamaba porque hace aún menos fechas, el hermano y yo, encontramos su cadáver en una granja cercana. Habíamos salido en su busca por orden de la Gran Madre, dios mediante, y una vez vimos la labor ya realizada por manos ajenas, como buenos creyentes que somos, no pudimos apropiarnos de los méritos de otros y muchas menos de las jugosas recompensas. Así que seguimos el único rastro reciente que por las cercanías había, y nos ha traído hasta aquí, hasta vosotros… por fortuna, la tormenta ha llegado tarde y no ha borrado vuestras huellas. Si distéis justicia a Mariano, quedáis invitados a nuestro asentamiento a recoger vuestra merecida recompensa, sois bienvenidos al Santuario, nuestra pequeña ciudad cerca de la Granja que imagino ya conocéis… al este.
A Clara le recorre un escalofrío al recordar la Ciudad mientras observa la cara de Paquito y responde:
Muchas gracias pero no somos amigos de gratificaciones por matar a otro ser…
Pero la Amazona la para mientras grita, danos un segundo, y le dice al oído:
Es una gran oportunidad para saber más sobre los cambios que ha sufrido la Ciudad… no olvidemos que sigue activa y eso es un problema…
Clara acepta lo bueno de la idea y vuelve a responder:
Mi buena amiga acaba de hacerme ver lo beneficioso que para nosotros puede ser vuestra recompensa, en un plazo de 7 a 10 días pasaremos a por ella.
Sigmund termina la conversación con esta frase antes de darse la vuelta junto al Hermano Paquito y perderse bajo el manto de agua que la tormenta descarga en la lejanía:
Dos pequeños detalles antes de irnos… primero, si con sensatez registrasteis el cadáver de Mariano y encontrasteis algún tipo de documento o manuscrito, traedlo, la obra de dios y nosotros os lo agradeceremos. Segundo, no olvidéis que para cobrar la recompensa habréis de traer con vosotros la cabeza del susodicho traidor. Su cuerpo inerte sigue en el mismo lugar donde lo dejasteis, tan sólo habréis de serruchar, pero cuidado… la carne humana a la intemperie, se pudre rápida.