Hormiguero


“El mayor peligro es que las élites crean que conseguirán mayor beneficio en el enfrentamiento de sus huestes, que con su cooperación”

(Missan Toshuevos, 1929)
hormiguero de cerca

Pero ahora vayamos a ese hormiguero extraordinario, extravagante y extraño, que subsiste en ese parque que está cerca de tu casa gracias a la extraordinaria, extravagante y extraña colaboración de varias especies de hormigas.

Imaginemos también que estos insectos se guían por algo más que su instinto.

Aquellas especies con mayor fuerza sirven para la carga de alimentos y materiales para el hormiguero; las más violentas son las encargadas de la defensa de sus congéneres y por supuesto de las hormigas reinas; las voladoras investigan las inmediaciones en busca de nuevos lugares de recolección, posibles futuros asentamientos para la colonia y peligros que les rodean y las más pequeñas, con terribles mandíbulas, dedican todo su tiempo a la organización y el “ingeniorismo” del inmenso hormiguero.

Ellas compusieron los pasillos diferenciados para cada hormiga reina que separa las zonas de reproducción de cada especie y también las zonas de almacenaje y reparto comunes para toda la colonia, segregación y colaboración a partes iguales, las dos imprescindibles para su salvación frente al ser humano y sus pesticidas.

Tu ciudad ha sido declarada capital nacional de parques y jardines en el año del medio ambiente y desde entonces, en los parques y jardines que conoces, como el que está cerca de tu casa, no permiten a los ciudadanos pasar por el césped ni sentarse en ellos como antes de ser declarada como tal, cosa que no ocurre por una prohibición arbitraria si no que, para asegurar la salubridad de las personas ante los peligrosos productos químicos que están utilizando desde la subcontrata para jardines del ayuntamiento, con el propósito de conseguir ese verdor precioso e irreal que tanto ha llamado la atención a la ciudadanía pero sobre todo, a los medios.

Precisamente estos tratamientos estéticos, contrarios a lo que pretende defender el título otorgado a la ciudad y que al fin y al cabo es lo que ha provocado su uso, son los que han producido esta evolución de todas las especies de hormigas que viven en el parque. Esta nueva colaboración entre los insectos ha determinado su supervivencia, en una esquina escondida que todavía ningún jardinero ha encontrado. De hecho han llegado a tal extremo de eficiencia en el uso de sus recursos y en la planificación de su futuro, que varias de sus miembros exploradoras se dedican en exclusiva a la búsqueda de un nuevo lugar que colonizar y que pueda servir de escapada frente a la guerra química que el ser humano ha comenzado.

Comienzan las preguntas que aparentan sencillez en su respuesta pero que aplicadas a otras razas, quizás más evolucionadas, resultan ser por lo visto mucho más difíciles de contestar.

¿Por qué cualquiera de las especies de hormigas rompería esta alianza? ¿Por qué las pequeñas “ingenioristas”, que hasta cierto punto son las gestoras del hormiguero, se habrían de imponer como gobernantes? ¿O las guerreras debido a su fuerza? ¿Para qué querrían destruir lo construido? ¿Quién en su sano juicio tiraría por la borda el esfuerzo común?

Ninguna de las especies de hormigas van a hacerlo, por mucho que la premisa era: no se guían sólo por el instinto, el de supervivencia lo tienen evolucionado al extremo y saben que su perdición provendría de la falta de colaboración.

No como cierta especie que también ha dependido de la cantidad de individuos para apoderarse de su espacio, de la cantidad y de la colaboración entre ellos, y que vive en un tiempo en que muchos no consideran esta realidad, que la historia ha demostrado tantas veces cierta, cómo algo veraz. Un tiempo en que algunos se consideran dioses tan sólo por sus posesiones y que no creen tener ningún tipo de obligación con la sociedad, creen que no la necesitan, que no nos necesitan aunque está claro que su éxito depende de nuestra existencia.

hormiguero gigante bosque

Y lo peor de todo, que han convencido a muchos de que su egoísmo y su falta completa de empatía, son características imprescindibles y deseadas para esta sociedad, eso de “la ley de la selva” es una falsa analogía que aceptan personas con, siento decirlo, cierto punto de psicopatía (“persona narcisista, que no siente empatía hacia el sufrimiento ajeno, ni remordimientos, con una elevada inteligencia que le permite manipular a quienes tiene alrededor, y que suele reincidir en sus acciones” -oye, les llamo inteligentes-).

“El egoísmo siempre ha estado presente en el ser humano y su historia, pero cuando más ha evolucionado y mejorado su vida, ha sido en los momentos en los que se han conseguido mejoras sociales para la mayoría de sus individuos. Esto sólo lo puede traer una visión generosa y empática SOBRE la sociedad, DESDE la sociedad, y quién no defienda este axioma, miente con descaro, desvergüenza y cierto grado de maldad.”

(Missan Toshuevos, 2008)

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