Capítulo 35. La Ciudad y su historia I 1


la ciudadClara ocupa el lugar del Contador de Historias frente a la población del Núcleo pero con un aire y posición diferentes, más castrense, su pasado y la formación militar que no puede ni quiere olvidar siempre le acompañan. Observa a su audiencia con la severidad que nunca abandona a su mirada y sin mayores preámbulos que un buenos noches, comienza su narración.

Veamos… como ya sabéis no soy tan dada a la oratoria como otros así que trataré de hacer que al menos se me entienda bien… esa Ciudad, la Ciudad de la que tanto habéis oído hablar, fue la Ciudad que mi batallón aseguró cuando el descalabro del Estado ya era más que patente. Bajo el mando del sargento Ramírez nos hicimos con el control una vez las comunicaciones con nuestro alto mando se hubieron cortado… al principio, muy al principio, el objetivo fue ayudar a todos los ciudadanos que encontrásemos en la Ciudad y a todo el que pasase por allí buscando auxilio… pero todo tiene una evolución… y esta no fue de las mejores…

En los dos primeros meses, quizás recogimos alrededor de un centenar de persona, que aparte de los cerca de treinta compañeros que habíamos sobrevivido en mi pelotón, era toda la población de la Ciudad. A los supervivientes más aptos, el sargento les otorgaba papeles más o menos activos en la organización del asentamiento y a los más excepcionales les daba un puesto en el pelotón, en su momento los miembros más importantes de la Ciudad… así es como conocí a la Amazona, una de las primeras incorporaciones al ejercito del lugar aunque a ella no le hiciera ni pizca de gracia. El sargento Ramírez se rodeó de unos pocos consejeros entre las que estábamos la Amazona, por sus más que sobradas capacidades para la supervivencia y la caza que a todos nos maravillaron y yo, como segunda militar con mayor graduación de los supervivientes… se podía decir que éramos las dos únicas mujeres con “poder de decisión” si esa expresión fuese válida en una organización que todavía respetaba reverencialmente la jerarquía del ejercito… lo que quiere decir que era el sargento quien tomaba las decisiones… y no lo hizo mal al principio… pero los días pasaban, más personas llegaban a la Ciudad y más responsabilidad caía sobre los hombros de Ramírez.

Y cuantos más días pasaban, más afectado se le veía…

En pocas semanas envejeció varios años y la preocupación general por un futuro y posible vacío de poder se fue incrementando… hasta que todo se aceleró a marchas inimaginables cuando tras un par de días vomitando sangre, el sargento Ramírez murió en su cama. Fue entonces cuando un grupo de tres soldados, entre los que estaba nuestro cocinero Paquito, anunciaron que le habían envenenado y, con la complicidad y el apoyo del resto del batallón, dieron lo que en otra época se hubiera llamado golpe de estado…

Aún me castigo al recordarlo, no fui capaz de preverlo y era mi responsabilidad, aunque como mi culpa no es de vuestra incumbencia… prosigo…

Ese triunvirato duró poco, incluso menos que su ascenso al poder sin apenas resistencia tras el golpe de estado; ya que los soldados de primera Pérez y Suárez (que habían ideado el plan) sufrieron accidentes mortales en su primera semana en el cargo dejando al cocinero y soldado de segunda Paquito a solas con el mando… en pocos días la Ciudad inauguró una dictadura y aunque me avergüenzo de ello… nada de medias verdades… yo participé en ella….

Clara descansa unos instantes la voz y recupera la poca compostura que se ha permitido perder ante los recuerdos que no querría tener y sigue con la historia.


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