Vagabundo, Luís y Lola


Tres capas de cajas de cartón hacían de colchón, la noche anterior había llovido así que Luís tuvo que cambiarlas. Había estado a la hora de comer en la entrada del almacén de Colchones Paco, siempre le proveían de colchón sin ninguna pregunta. Preguntas, Luís odiaba que le preguntasen por qué debido a su situación todas eran parecidas, todos querían saber cómo había terminado en el arroyo. Odiaba a los encuestadores.

Colocó todas sus cajas cubriendo un pequeño espacio entre los dos cajeros de Ibercaja que tenía en su dormitorio, la oficina 145. Sacó de su mochila, lo que vendría a ser nuestra casa, un par de mantas raídas y algo sucias que le acompañaban desde hacía años. Cuando ya estuvo todo preparado abrió el tetrabrik, había que decantarlo, y después sacó una cena espartana, la que siempre tenía: un cacho de pan y el litro de vino tinto. El pan se terminó en cinco minutos y se puso a hacer la digestión.

Je, je… digestión… ¿eso qué será?, pasa cuando comes ¿no?…

Hablaba consigo mismo, era su forma de pensar y de tener compañía. Apoyó la espalda contra la fría pared y abrió el vino. Comenzó a beber, a largos tragos, con el pensamiento turbado y la cabeza dando vueltas sobre su eje; continuó en la misma posición mientras la gente entraba y salía del cajero sin mirarle siquiera o, como mucho, entrando y huyendo al instante temiendo que les robase.

Así pasó buena parte de la noche hasta que se acabó su zumo de uva, fue entonces, con todo el rubor alcohólico reflejado en la cara, cuando se quedó inconsciente en vez de dormido. De repente se asustó, notaba que alguien le tocaba como llamándole la atención.

¡Mierda!…ya me viene la pasma a tocar los huevos…

Esta vez pensó en bajo, sin hablar y sin abrir los ojos. Entonces quién le estaba tocando para despertarlo, habló y a Luís le sorprendió la voz femenina y cálida que llegó hasta sus oídos.

Buenas señor… ¿Qué tal está? ¿Quiere compartir este kalimotxo?

Respondió con los ojos abiertos como platos ante la sorpresa de que alguien le volviera a tratar con respeto.

vagabundo Kalimotxo or Calimocho

La chica le pasó el vaso de litro para que bebiese y se presentó como Lola. Él metió los dedos roñosos y quitó parte de los hielos.

Que gilipollez echarle cubitos, Lola, le quita todo el sabor al vino.

Ella asintió con parsimonia, más por la borrachera que llevaba que porque su compañero le inspirase tranquilidad. Estuvieron hablando tanto como duró el litro, que fue cerca de una hora. Aunque más bien se diría que Luís escuchó y bebió mientras Lola hablaba; los primeros quince minutos solo balbuceó que su novio le había dejado porque llevaba una temporada muy mala y él había sido incapaz de comprenderla. Luís la dejó llorar un rato, pero a los cinco minutos la cortó para pedirle el litro, y como en esta situación no le parecía bien hacerlo sin más, indagó un poco sobre su mala racha. Lola estaba sufriendo el divorcio de sus padres, en el que tenía que actuar como testigo para declarar si su madre había sufrido violencia doméstica. Tuvo que decirlo delante de su padre en el tribunal. Era la primera vez en su vida que reconocía que había visto y, alguna vez, sufrido los arrebatos alcohólicos de su padre.

El proceso llevaba ya varios meses en marcha y su novio no la quería como necesitaba porque conociéndolo todo, la había abandonado en el momento en que sus pequeñas espaldas ya no podían soportar nada más. Hacía unas horas que la habían dejado y aunque sus amigos la rodearon y apoyaron toda la noche, ella se sentía sola y notaba como la realidad le superaba; era demasiado real. Lloró delante de Luís, lloró mucho, desconsolada e inconsolable.

Luís, el vagabundo, mientras se lo contaba, recordaba su propia historia y bebía. Rememoró la bancarrota de su empresa, como su mujer le abandonó por su socio, como ahogó sus penas en alcohol, cada día más y luego… luego ya no puede recordar.

Lola seguía llorando encerrada en sí misma, agarradas las rodillas y con la cabeza gacha. Luís la comprendió y actuó como le hubiera gustado que actuaran con él en su mala racha. La abrazó fuerte, con el cariño reservado durante tantos años solo y volvió a llorar tras mucho tiempo insensible. Lola miraba al suelo y se cogía las rodillas en posición fetal, de repente notó un olor desagradable y fuerte que le rodeaba; después sintió calor, mucho calor; unos brazos esqueléticos pero cálidos como ningunos otros, la rodearon; nunca había sentido tanto cariño. A Lola el corazón le latía cada vez más fuerte; a Luís le volvía a latir. Lola recuperaba la esperanza a cada segundo que pasaba, veía el futuro ancho y largo, grande y con mil opciones, y aunque aún le caían lágrimas sintió que quedaba mucho por hacer, además tenía gente que le quería y apoyaba. Por primera vez en mucho tiempo, sonrió.

A los diez minutos de estar así Lola se soltó, miró el reloj y apenada se despidió de Luís, no sin antes darle las gracias y ofrecerle algo de dinero que Luís, orgulloso, no aceptó.

Lola se fue y Luís volvió a quedarse solo, esa noche no durmió, sí lloró y a la mañana siguiente llegó a una resolución…

Quizás pueda superarlo, como Lola, sólo tengo que intentarlo…

Desayunó un litro de cerveza.


Y es a partir de este punto desde donde podéis continuar la historia, de la forma que queráis, no sólo en relación al argumento (olvidaros de la censura) si no en la forma. Aquí os dejo los métodos por los que podéis participar:

Por supuesto la autoría está más que garantizada y el contenido de toda la página y sus contenidos están bajo una Licencia Creative Commons que protegerá vuestro trabajo. Además me comprometo a editar tan sólo de manera formal vuestros textos y a repasar sólo las faltas ortográficas, porque aquí lo divertido será crear entre todos una historia compartiendo nuestra imaginación. Pero bueno, siempre hay que empezar por el principio. Pero bueno, siempre hay que empezar por el principio.

No os cortéis en participar, ya sea con una sóla frase o con una parrafada, estamos abiertos a todas vuestras ideas 🙂

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