Las presentaciones han terminado y tras un breve paso por la enfermería para cerrar el agujero de bala de su hombro, como si volviese de la guerra, a Manfred le dan de cenar y después le acompañan a su cama, en el dormitorio que comparte con otros miembros del asentamiento a los que no conoce. Esa misma noche un enviado de Atenea le despierta con estas palabras.
¿Eres tú el alemán al que llaman Manfred, no? Levanta y ven conmigo en silencio, Atenea quiere hablarte a solas.
Al antiguo conductor no le queda a otra opción que obedecer, además al escuchar el nombre de la que ya es el amor de su vida, no puede negarse, el corazón no se lo permite y en la oscuridad, en silencio y dirigido como si de un ciego se tratase, llega de nuevo a la habitación de la pistolera. Pareciera que nunca duerma, sus ojeras y su continua actividad así lo demuestran. Una vez el guía abandona el lugar, Manfred espera callado junto a la pared, admirando no sólo la belleza que desprende, también la resolución de sus gestos y su mirada en lo que parece un debate interno causado por el mapa que preside la sala. No para de señalar distintos puntos del mismo, que da la casualidad, forman una cruz cristiana y añadida al foco que la baña con su luz desde atrás, le da el aspecto de una virgen predicando bajo el manto divino y Manfred disfruta de este toque herético y algo lascivo que acompañará por siempre la imagen de su amada en su recuerdo.
Pero todo esto pierde importancia cuando Atenea sale de su éxtasis y se percata de la nueva presencia. Sin mostrar ápice de sorpresa su faz se transforma al cargarse de amabilidad, y con la simpatía por bandera y una sonrisa tan perfecta como increíble para el post-apocalipsis, le habla tal y como el guía que ha despertado a Manfred, le había avisado.
Hombre, ya estás aquí, buenas… ¿qué hora es?
No sé, de madrugada…
Bueno, pues buenas madrugadas. Lo primero es darte las gracias por venir, espero que no te hayan molestado las formas pero es que he de hablar contigo a solas, porque no sé si sabes que eres especial, eres un recién llegado a estas tierras donde lo creas o no, estamos batallando en una guerra de influencias sobre un asentamiento cercano al que bautizaron como el Núcleo. Aunque este pequeño lapso de diplomacia, sólo es una fase en la verdadera guerra, la que nos enfrenta a Carmen, una química venida a monja que no lleva persiguiendo casi desde el día en que nos cruzamos con ella…
Manfred escucha ensimismado por esos ojos grises tan claros que casi parecen del color de la luna llena.
Lo primero que debes saber sobre esa mujer desquiciada, es que en su locura y en, hay que reconocerlo, su genialidad, descubrió una fórmula química con la que controlar a los químicos, valga la redundancia. Y lo segundo, que a pesar de que el logro fue por completo suyo, ella se lo atribuyó a Dios y le dio categoría de milagro, erigiéndose como la lideresa de una guerra santa contra el resto de supervivientes que encuentra y que no quieren aceptar a los “químicos” como otra parte del plan de Dios para la humanidad, como si tuviésemos que incluirlos en nuestra nueva sociedad… ¿te lo puedes creer?
Manfred asiente rápido con la esperanza de no dejar de oír esa voz tan particular.
Mi grupo se encontró con el suyo por primera vez al norte, mientras recorríamos la costa cantábrica en busca de un lugar donde devolver a la raza humana a la cúspide de la pirámide a través de nuestra tecnología, la que antaño nos hizo grandes… es cierto que cuando hablé con ella en aquel primer momento surgió una animadversión insana, pero en cuanto le conté nuestro propósito, ella comprendió que era antagónico al suyo y después de intentar convencernos con la palabra, nos amenazó y comenzó a perseguirnos, con sus huestes de químicos, sus rebaños…
Manfred, en su enamoramiento, es incapaz de siquiera imaginar, que ninguna de sus palabras sea falsa.
En nuestra huida encontramos al grupo de Javier, ese pelirrojo que te halló y te trajo aquí. Estaban bien cobijados en un caserío guipuzcoana, bajo la protección y el liderazgo de Javier, que en el pasado fue miembro de las fuerzas especiales y nos ofrecieron ayuda. Por un tiempo pareció que habíamos perdido a Carmen y sus rebaños, estuvimos unos días tranquilos en los que compartimos nuestras experiencias, acordamos una alianza en la que ellos nos protegerían en su asentamiento, mientras nosotros buscábamos la cura al desastre en el que vivimos. Si los humanos lo causamos, seremos los humanos quienes lo solucionemos…
Manfred disfruta del relato admirando su retórica.
Pero finalmente Carmen nos encontró, asediaron nuestro hogar y tras una sangrienta lucha, que no voy a recordar porque perdimos amigos… perdimos y escapamos, tuvimos que abandonar mucho equipo que ahora echamos en falta… en fin… En la huida, Javier me contó su as en la manga para, si como ocurría en ese momento su base era devastada por los químicos, no volver a deambular sin dirección. Me contó que casi al comienzo del fin de la civilización hizo un amigo, me contó que se llamaba Malik y que se había ido de la que, en esa época, todavía era zona segura, en busca de su hijo… creo que se llamaba Omar… me contó que Malik le ayudó a crear ese asentamiento que dejábamos atrás y que él le ayudó a encontrar a su hijo. Y también me contó que ahora vivía en un asentamiento pacífico, al sur de lo que antes era Aragón, y que sabía dónde estaba y que buscaríamos su ayuda. Dejamos atrás a Carmen gracias a nuestros vehículos, ya que solía dirigir sus rebaños a caballo y a pie… aunque sabemos a ciencia cierta que ya no es así… llegamos a la zona y tras encontrar un mensaje de Malik en la granja donde también te encontramos a ti, tuvimos la fortuna de encontrar este oasis de tecnología en el desierto rural. Nos hemos asentado aquí pero aun no nos hemos puesto en contacto con los miembros del Núcleo, aunque tenemos que acelerar ese proceso porque Carmen ha llegado a la zona, y a sabiendas de que estamos cerca, se ha hecho fuerte en una Ciudad cercana… y ahora, después de sincerarme contigo, después de tu gran respuesta a mi prueba del disparo, después de que me impresionaras…
El corazón de Manfred da un vuelco, no puede ser más feliz.
Quiero que me hagas el favor de quedarte con nosotros, mejor dicho conmigo. Quiero que me asesores y que, aprovechando la distancia a la situación que te da el desconocimiento, me aconsejes de forma objetiva… porque, a pesar de que en mi vida ha ocurrido poco, últimamente estoy dejando que mi mente analítica se esconda bajo el manto de los sentimientos… necesito tu ayuda porque mis compañeros ya han sufrido la ira de Carmen y quieren desquitarse, pero dejarse llevar por la venganza es el camino más rápido a la muerte… aunque por otro lado, yo también quiero revancha… y ello me está imposibilitando la toma razonada de decisiones… ¿te parece bien ayudarme?
Mientras asiente Manfred sólo alcanza a decir.
Por supuesto… No dejaré que nadie te haga daño, jamás.
¡¿pero y los químicos?! XD
Algún día… XD