Capítulo 8. La Historia de Malik (I) 5


PNJ Malik by Jorge Bernad OchoaEl Contador saca de la pequeña carpeta granate que siempre lleva consigo, unos papeles llenos de sus escritos y comienza a leer:

«Este es el testimonio de una vida, la de Malik Youssef.Narrada por él mismo y transcrita por el Contador de Historias para su inclusión en el archivo de éste último:»

¿Mi historia?… mi vida… yo creo que mi vida ha sido una corrida constante, y no me interpretes mal… creo que en mi vida no he hecho otra cosa que correr, desde que tomé conciencia de mí mismo hasta que me reencontré con Omar, todo fue correr.

Crecí en un pequeño pueblo en una república que cambió tantas veces de nombre, que lo olvidé. Mi madre siempre me decía que fui el más rápido en nacer y siendo un bebé, fui el primero de mi generación en andar y como solía llegar tarde a los sitios pues soy bastante despistado, siempre llegaba corriendo y en el último minuto y teniendo en cuenta que, salvo mi casa, los demás sitios a los que tenía que ir estaban en otros pueblos, o aldeas como les llamaríais vosotros, tenía cierto mérito. Por ejemplo, la escuela estaba a diez kilómetros y el hospital a más de veinte, y a la escuela tenía que ir y volver diariamente a pie. Al principio andando rápido con mis hermanos mayores y poco después dejándoles atrás, ya que en cuanto tuve fuerza suficiente en las piernas, éstas comenzaron a pedirme, casi sentí como lo exigían, que las forzase, que las pusiese a correr.

Así, sin planearlo, hice el mejor y más largo entrenamiento de toda mi vida y eso que fui corredor profesional…aún recuerdo como con 9 años tuve una novia en el colegio que vivía a unos cinco kilómetros en dirección contraria a mi pueblo… la acompañaba a casa y hacíamos carreras, fue la primera chica a la que besé en los labios… aún noto su calor… Me llevé buenas broncas por ella, porque aunque nunca llegaba tarde a cenar, los diez kilómetros que hacía de más a mi tierna edad me dejaban para el arrastre. Por la noche no era capaz de hacer los deberes y me costaba horrores levantarme a las mañanas. Tras un par de meses mis padres me prohibieron acompañarla… por mi bien, dijeron. Cuando se lo dije, ella se enfadó. Esa tarde no pude cumplir con mis progenitores y nos fuimos juntos como rebeldes enamorados. Le avisé de que para poder volver a mi casa a la hora que me habían impuesto, sólo podría acompañarla la mitad del camino. Esos dos kilómetros y medio fueron nuestra despedida. A pesar de que éramos pequeños así lo sentimos y en vez de hacer lo de siempre, andamos tranquilos y cogidos de la mano y nos separamos tras un beso, mi primer beso…

Al día siguiente mi padre vino a buscarnos y no pude volver a escaparme y al día siguiente ella ya tenía acompañante… esa tarde volví el primero a casa con las lágrimas mojando mi cara, y volví corriendo para que nadie me viera llorar… desde entonces cada vez que estaba triste corría por el campo y las penas volaban por el aire arrastradas por las lágrimas que no tocaban mis mejillas a causa de la velocidad… cómo lo echo de menos… además… ¿qué hubiera sido de mí sin esas apresuradas y tristes escapadas?… estaría muerto.
Porque precisamente gracias a una de esas carreras gobernadas por la rabia o la tristeza, o por las dos a la vez, me libré de correr la misma suerte que el resto de mi familia.

Un día, con catorce años, me largué muy lejos del pueblo enojado e iracundo por alguna tontería, corría con desesperación adolescente así que estaba seguro de que no había mañana y me perdí, la verdad es que no estuve ni cuatro horas fuera de la aldea pero al volver… la encontré arrasada y destruida. Nunca supe la verdad de cómo ocurrió pero sí que tengo sospechas de POR QUÉ ocurrió…

Sólo estuve cuatro horas fuera de casa y más de diez familias se desvanecieron con toda su herencia… y no hablo de todos los cacharros, ropajes y tierras que hubieran podido acumular, eso o era presa de las llamas o había sido robado, no… Hablo de la herencia biológica, hablo de que dejaron los cuerpos mutilados y desgarrados de mis vecinos, adultos y niños, padres e hijos, ancianos y algún bebé, a la entrada del pueblo…
Sólo me fui cuatro horas y lo recordaré como un castigo eterno, castigo que es a su vez mi recompensa, ya que el hecho de que pueda recordarlo significa que sigo vivo, junto a mi hijo…

Ver los cadáveres primero me echó atrás pero con rapidez y de manera automática, mi mente se dirigió a mi familia y volví a correr. Salté cuerpos inertes, esquivé llamas que huían de los edificios por sus ventanas, me resbalé en charcos de sangre y me levanté y volví a correr. Quizás esa haya sido mi carrera más larga… aunque mi cabeza iba a mil por hora, todo lo que dejaba atrás pasaba a cámara lenta y me invadía la sensación de que no llegaría nunca hasta mi casa… pero por desgracia, llegué… mi hogar ardía… cinco de mis seis hermanos yacían muertos por las cercanías, habían degollado a mi padre y pegado un tiro a mi madre… el cuerpo de mi abuela estaba tirado en el quicio de la puerta a medio quemar, como si hubiese intentado escapar del incendio provocado en casa sin conseguirlo… a pesar de todo lo que he pasado para llegar hasta el Núcleo, recordar esto me sigue destrozando…

«Sí, gracias, me vendría bien un pequeño descanso y ese vaso de licor casero que me has ofrecido antes… bueno, ya podemos seguir si quieres…»

Estuve como… no sé… estuve como dos horas arrodillado con la cabeza de mi madre entre mis piernas, no lloré esa vez, no podía, el shock era más fuerte y además, me había olvidado de cómo hacerlo sin correr… no grité nada, no hice ningún aspaviento, no culpé a dios ni me rasgué las vestiduras, sólo esperé rodeado de los que más quería… con los años me di cuenta de que esperaba a la muerte, quería agarrarme a sus huesudas manos y bailar con ella hasta que me llevase a su casa. Yo la esperé, pero antes de que la parca me guiase bajo tierra, apareció el doctor Cameron con toda su panoplia de ayudantes y traductores para salvarme la vida.

El doctor Cameron no era doctor aunque él se hacía llamar así. Lo que sí era cierto es que tenía un par de licenciaturas, algo de cultura africana y otra relacionada con la economía. Además era entrenador de atletismo… de hecho en la aldea le habíamos conocido hacía unos pocos meses, cuando vino a presentarse con toda su corte. Esa vez nos dijo que había venido a buscar jóvenes promesas para darles “una oportunidad de ir a Europa, entrenar con él y estudiar, vamos, de tener una vida mejor”. También dijo que iba a estar por la zona, en la capital, cómo nueve meses y que cualquiera que quisiera hacer una prueba, podría sin problemas, dejó su dirección y se marchó. Pero en los alrededores de la capital éramos recelosos con cualquiera que viniera con promesas, y mucho más si era blanco… no era racismo ¿lo entiendes, no? Si conoces la historia de África, entenderás nuestras precauciones… pues lo dicho, aunque se le podían pedir pruebas, nadie lo hizo.

Era un extraño en nuestra casa y hasta que no pasaran unos meses, hasta que no compartiera nuestras festividades, hasta que no bebiera en nuestros bares y hasta que no asimilara nuestras costumbres, nuestras familias no iban a confiarle a uno de sus hijos por muchas promesas que hiciera. Pero se esforzó y la gente comenzó a aceptarle hasta que un hecho crucial tras seis meses con nosotros, le granjeó el amor incondicional de la mayoría.

Como ocurría cada cierto tiempo, una gran empresa necesitaba limpiar su imagen y desgravarse impuestos, y realizaba una campaña solidaria en el tercer mundo… es gracioso seguir llamándole así después de ver cómo ha terminado el primero… en fin, un día llegó el responsable de una ONG con un tráiler y una cámara de vídeo a la capital, que aunque la llamásemos capital, era una ciudad bastante pequeña. El alcalde venía con él y con una sonrisa de oreja a oreja, bajaron del camión con un par de ayudantes; uno de los cuales se hizo responsable desde ese momento de la grabación y cargó con la cámara, mientras tanto el otro abría el tráiler rodeado de unos pocos niños curiosos. El cámara y el responsable de la ONG hablaron unos minutos apartados del resto y después llamaron al alcalde, que como el perrito faldero que era, se acercó tras la orden. Después del corrillo, el teatro se puso en funcionamiento y cada actor preparó su guion: el de la ONG escribió una entradilla, el alcalde llamó a las fuerzas vivas de la ciudad para que trajesen a todas las personas que pudieran y el cámara la encendió poniéndose en posición para grabar. Volvieron a cerrar la puerta trasera del camión para aportar tono dramático y cuando todo estuvo preparado, con cada uno en su lugar, empezó la obra… a mí, que por casualidad estaba ahí, me pusieron en primera fila… daba bien en cámara, dijeron… lo que mejor recuerdo fue esa transformación en todos los que estábamos cuando se oyó “¡¡Acción!!”, la normalidad se esfumó y, ésta vez el responsable de la ONG, abrió de nuevo las puertas del tráiler y vimos su contenido al fin… cajas y cajas de cartón marrón con el logo de Nestlé en formato gigante y en todas sus paredes. Levantó sus tapas y comenzó a repartir sobres de 250 mg de leche en polvo, los lanzaba sobre nosotros como si fuese maná del cielo y los recogimos porque, al fin al cabo, parecía comida. El alcalde, rodeado de sus sobrinos, recibía, en otra de las tomas, una caja entera con agradecimiento en la mirada y rodeado de sonrisas. Grabaron varias escenas más, con los ancianos, con alguna chica guapa y con muchos niños y sus madres. Después guardaron la cámara, nos dieron unas cuantas cajas enteras, no todas, comieron en privado con el alcalde y los suyos y se fueron con el camión a otras parte… claro que se olvidaron de lo más importante… en nuestra zona no sufríamos desnutrición, si no sequía, y sólo podíamos conseguir agua potable, comprándola… muy útil su leche en polvo… eso sí, los anuncios que debieron de poner en la televisión occidental serían preciosos, con música de Alejandro Sanz y muchos negritos como yo dando las gracias… campaña perfecta, pero el problema continuaba igual… hasta que un par de días después el doctor Cameron se enteró, y en un acto poco altruista pero muy bien pensado, compró litros y litros de agua potable para repartir entre todos los que la necesitásemos en la zona, capital y alrededores. Algunos corrieron a su casa a devolverle el favor con cabras y gallinas, las rechazó todas, aunque sí que le pidió algo a cambio a la sociedad que ahora le aclamaba.

CONTINUARÁ…


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