Capítulo 61. Manfred


manfredLa primera parte del viaje hasta el asentamiento es silenciosa y al conductor sin vehículo, esto le pone nervioso. Ha subido al descapotable porque cualquier opción es mejor que quedarse sólo en este desconocido ambiente y sin nada más que su ropa. Intenta recordar el nombre del que manda en el grupo, ese imponente y pelirrojo ser que tiene sentado a su lado. Se ha presentado hace unos minutos, pero los nervios por la emboscada parecen haberle borrado la memoria. Por suerte, el barbudo con la AK entre sus manos vuelve a hablar.

Mi nombre es Javier… ¿Me entiendes? Daba por hecho que así era…

El antiguo dueño del coche en el que van, responde asintiendo con la cabeza.

Entonces… ¿Por qué no te presentas? Pensaba que en Europa la educación era norma… ya sabes, por tu acento he imaginado que…

Ja… ja… tienes razón… me llamo Manfred y perdón por mi faltar modales…

No hay problema y dime ¿de dónde eres?

Deutschland…

¡Ah! Alemania.

El piloto y el copiloto llevan todo el camino echándose pullas y, ahora mismo, han llegado a los gritos, aunque en sus caras, Manfred aprecia atisbos de sonrisas y complicidad. Javier, con poderosa e imperativa voz, los manda callar.

¡Rasca! ¡Pica! A callar ya, o es qué queréis llamar todavía más la atención.

Raudos acatan la orden y el pelirrojo continúa hablando con Manfred.

¿Vivías aquí o es qué el fin del mundo te pilló quemándote en nuestras playas?

Nein, nein… yo vivía en Almania ¿así decís? Cuando los químicos surgieron, sobreviví y marché de la ciudad que odiaba, hacía el lugar que siempre había querido conocer, esto penínuslo… quería ver lo que todos habían visto y yo nunca…manfred

Ya está bien Manfred, gracias por contarme tanto de ti, pero será mejor que respondas a cosas más concretas… ¿Cuánto tiempo hace qué estás por la zona?

Acabo llegar.

¿Estás sólo?

Ja.

¿Cómo has sobrevivido? Sólo como estás, digo… he de reconocerte que hasta cierto punto me sorprende, no he conocido a muchos que lo hayan conseguido sin un grupo que les proteja.

La sorpresa se apropia de la cara de Manfred, no se lo había planteado hasta ahora, y a pesar de haber pasado algunas situaciones peliagudas, nunca había sufrido para huir de ellas pisando el acelerador.

No sé, no tengo plan, no tengo estrategia, improviso y acelero y hasta hoy, había escapado.

Bueno, pues tranquilo, si no conoces a esa monja asesina de Carmen, podrás estar con nosotros… siempre que te aceptemos, cumplas las normas y sobre todo, colabores en las que serán tus nuevas obligaciones.

¿Tengo opción otra?

Por supuesto, pero primero tendrás que venir con nosotros, aunque no lo sepas, estamos en zona de guerra y no vamos a parar hasta llegar a casa… a lugar seguro.

Manfred se resigna y observa el paisaje pasar, ¿qué más puede hacer?

¡Rasca! ¡Pica! En serio, callaros de una vez, no es momento para vuestras tonterías…

Javier se gira con curiosidad hacia Manfred.

Por cierto, ¿cómo se llamaban Rasca y Pica en Alemania? Ya sabes, los dibujos de los Simpsons.

Nunca me gustaron los Simpsons.

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