Capítulo 39. La calma que precede…


La calma se aposentó en el Núcleo a pesar de la última reunión y de la Ciudad cercana, como si la experiencia les hubiese enseñado que cuando tomaban una resolución en asamblea, el mundo les obedecía. Y así había sido hasta ahora, claro que siempre eran decisiones internas. La noche pasó rápida porque fue corta y al día siguiente nadie obvió sus responsabilidades, tan sólo hubo un cambio respecto a la organización anterior: se decidió quien sería el responsable del nuevo huerto y con la ayuda de quién se comenzaría.

Yo puedo ocuparme, dijo el Contador de Historias, en la época cuando nuestros mayores problemas eran las injusticias sociales y no la mera supervivencia, yo trabajé en el campo con mi tío Jesús, algo nada común en los jóvenes de mi época, y como él decía a modo de broma, además lo hice durante el verano… que los días son más largos y la labor mayor.

Nadie puso objeción alguna, porque no podéis olvidar que los habitantes del Núcleo eran antiguos urbanitas, salvo excepciones, y esta experiencia era más que la de casi todos los demás juntos. También fue el Contador de Historias quien ofreció de manera espontánea al primer voluntario agricultor con el que comenzaría el huerto original del Núcleo.

Si no tienes inconveniente Paco, me gustaría que fueses tú quien aprendiese conmigo como funciona esto de plantar y cosechar… ¿Os parece bien? ¿Qué me dices Paco?

De nuevo nadie puso objeciones, ni tan siquiera Paco pudo negarse, aunque en su caso fue por una mezcla de presión social y resaca que le quitaba todas las ganas de enfrentamiento.

calma

Ahora los dos están en el patio, no muy lejos del pozo, apoyados en la pared de un pequeño cobertizo medio en ruinas donde han guardado todos los utensilios agrícolas. Paco y el Contador de Historias comparten el descanso tras arreglar el tejado y este último, sin eufemismos ni subterfugios, dice.

Como imagino que ya imaginarás no te he pedido ayuda de forma fortuita, quería hablar contigo… me he fijado en que últimamente estas disperso… actúas de forma errática y eso es peligroso para todos. En la Granja, aunque no estoy del todo seguro de que fuese lo correcto, te salió bien, pero ese acto fue el que me avisó de que estás a punto de perder el control y después de vigilarte un poco, he visto que tu problema, y por ende el nuestro, es el alcohol. Te he visto beber a escondidas, en la cama, y desapareces con frecuencia por el patio… te lo voy a decir claramente, eres un miembro importante de nuestra comunidad y te necesitamos como al que más, pero tienes que sumar, no restar… y tu alcoholismo es un peligro para la supervivencia del Núcleo, te ayudaremos si te dejas ayudar o te apoyaré en secreto si prefieres mantenerlo en privado, pero tú y yo pondremos en marcha el huerto y así estarás bajo supervisión…

Vigilado, querrás decir…

Responde Paco en el único momento en que el Contador le deja hablar.

Si quieres verlo así… sí… prepararemos el huerto y te mantendré vigilado… aun así no te olvides de lo más importante, todos querrían ayudarte y yo en especial estoy dispuesto a echarte una mano para transformar nuestra labor de agricultores en una especie de tratamiento de desintoxicación… tú decides.

Agradezco la sinceridad, Contador

Ah, una última cosa… por favor, no tomes tu decisión atenazado por el miedo, se valiente, mantén la calma, mucha calma… y enfréntate a tus miedos.

Esa misma noche Paco aceptó su ayuda en un reconocimiento de su alcoholismo que parecía del todo sincero.

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