Mirad mi tema de actualidad, ahora soy padre y siempre he sido un pesado, así que de un tiempo a esta parte, debido a lo segundo no paro de insistir en lo primero. Y es que, aparte de que en cuanto nace, las costumbres pasadas parecen fantasía, la vida y hasta cierto punto tu visión de la misma, cambian radicalmente, al menos en relación al futuro.
Hace ya muchos años un periódico aragonés (pues soy zaragozano), creo que el Heraldo, me entrevistó por las protestas ante la quincuagésima reforma educativa del gobierno de turno; pero no os imaginéis en mí a un líder del sindicato estudiantil. Aprovecharon que mi padre era profesor de la universidad y yo estudiante (los dos manifestantes), para presentar la opinión de dos generaciones. Y de entre las pocas generalidades que se me ocurrieron a mis 18 años, sólo de una me acuerdo y venía a decir: cuánto más viejo te haces, más al centro/derecha te vas. Que con mejores palabras se podría presentar así: cuánto más mayor eres, más relativizas los principios que rigen tus valores. Algo que por norma general es aplicable tanto a cuestiones políticas como a aspectos más metafísicos.
No sé si será porque la Dama de la Guadaña se acerca o porque el camino recorrido, cada vez mayor, deja huella; pero lo irrebatible, con millones de personas como ejemplo de la hipótesis, es que la edad calma los ánimos y con eso, las opiniones. Y yo no soy especial, también me ha transformado el tiempo, sobre todo en los aspectos menos prosaicos… me explico. En mi mayoría de edad justita tenía una concepción nihilista de mi paso por la Tierra, no confiaba en llegar a la edad de Cristo, sí, también era un egocéntrico con la autoestima muy alta, pues seas o no creyente, compararse con uno de los mitos más extendidos en la cultura europea, era de estar bien subidito…
Ahora no, ahora la cosa no es así. Ahora esa salsa picante que tanto adoro ya no es para las cenas, dos cervezas significan estar contentillo y la idea de quedarme hasta que cierren los bares (pandemias aparte), no es un sueño, es una pesadilla. Es decir, ahora concibo la vida de forma más realista, cómo es y no como imaginaba que sería con veinte años. Parece una perogrullada pero, cuando compruebas cómo este sistema enarbola y alarga la “juventud”, su egoísmo, falta de empatía e inconsciencia, para adormecernos y para su beneficio económico, te das cuenta de que no lo es tanto.
La edad me ha cambiado, eso es innegable, me ha hecho más conservador, más de centro/derecha, en cuanto a los aspectos más trascendentales: la vida y la muerte, el disfrute del momento… Y también a los más terrenales: ya no puedo comer lo que quiera cuando quiera, he reducido y mucho mi consumo de tabaco (con la intención de dejarlo) y he superado mi miedo al dentista… Aunque en el mundo de las ideas, mis valores sociales y políticos no han cambiado, sí que han evolucionado, porque cuanto más vives mejor conoces el sistema que te rodea y comprendes que los cambios se van formando pieza a pieza, paso a paso, para bien y para mal.

Con estas premisas en mente hoy me apetece explayarme sobre temas de actualidad (nada de narrativa ni ficción) a pesar de que sé que vivimos en un mundo donde las noticias y los debates tan sólo duran, con suerte, tres o cuatro días; que estas sólo llegan al gran público si los grandes medios (periodísticos y de presión) quieren, y que probablemente quienes leáis esto, consideraréis estas problemáticas pasadas de moda; para mí siguen siendo actualidad. Y porque no empezar con esto mismo:
La velocidad a la que vivimos no nos deja vivir y si esto ya es perjudicial para el cuerpo y la mente, para las cuestiones políticas/económicas (las que terminan rigiendo nuestros caminos) lo es aún más. Después de la primera premisa, viene la segunda, y si el estrés al que nos somete este sistema es el responsable de lo pasados que están los temas que quiero tratar, la propia temática viene dada por esta segunda que aquí explico:
Desde hace ya mucho tiempo la actualidad la dirige la agenda marcada por esos think tanks (mucho tank y poco think) de la “derecha” neoliberal, quienes de manera orgánica (partidos políticos que sueltan barbaridades que parecían superadas en occidente, para que la sociedad se polarice en polémicas creadas de la nada) y planificada (grandes campañas de blanqueo y difusión de las mismas barbaridades de antes, y de sepultación de noticias que no convienen con debates que nadie pedía) están generando unas líneas de discusión que no permiten la equidistancia, es la estrategia, son barrabasadas tan simples como peligrosas, tan superadas por muchos: racismo, machismo, xenofobia, clasismo y un largo etcétera, regado con un nacionalismo de símbolos, que sólo sirve como reclamo. Como decía Ignatius:
“Voy a votar a los ricos porque saben cantar las mismas canciones que cantaba mi abuela”
Se cubren con banderas pero debajo sólo tienen un color, verde dólar. Porque que nadie se lleve a engaño, estos partidos y esta forma de pensar y actuar tienen un único propósito que se oculta tras la defensa de esa España de toros, sevillanas y banderas, muchas banderas; y que se muestra sin vergüenza ninguna en su trabajo en los hemiciclos del poder legislativo:
La única patria que conocen es el dinero, pues la mayoría de sus iniciativas van dirigidas claramente a fortalecer a unas clases privilegiadas que suponen la minoría de la población y a proporcionar mayores beneficios, sin apenas esfuerzo, a grandes empresas.
— Por un segundo dejo de lado la educación, si te ofendes con facilidad, por favor, sáltate este párrafo –
Y digo claramente porque hay que estar muy ciego, muchos prefieren vivir así, y ser bastante zote, para no percatarse de cuáles son sus objetivos reales.
— Fin de la falta de educación –
Estas dos premisas, más todo el aspecto personal del principio, van a ser los puntos que dirijan hoy mi discurso, y lo van a ser porque son las herramientas que está utilizando este sistema para dirigir el pensamiento colectivo, ya sea a favor o en contra. Porque no desconozco que la sumisión al poder económico se da en las dos riberas del río político, ya que los ideales neoliberales, esos que disfrazan bajo la palabra “libertad”, están bien implantados en casi todos los partidos, cuales quieran que sean sus colores.
Pero no os llevéis a engaño, aquí no comienza otro discurso equidistante, yo soy de izquierdas y antifascista. Lo primero porque ahí me han llevado mis experiencias vitales, el sentido crítico frente a la vida que mis padres me inculcaron y la empatía que como ser humano siento ante lo que ocurre cerca de mí, y también ante lo que me es lejano; han conformado un pensamiento de izquierdas en el contexto actual, aunque mi ideal utópico este más cercano a la anarquía de Malatesta. Antifascista lo soy porque al fin y al cabo, si no lo eres, vienes a ser fascista o como mínimo, aceptas ideas inaceptables y que tantas lágrimas, sudor y sangre se cobraron antes de creerlas erradicadas. Ya lo decía mi madre cuando de pequeño me replicaba (adolescente de 14 años como era) cuando yo le decía que todas las ideologías eran respetables:
No se puede respetar una ideología que en sus bases, sus fundamentos, no respeten a otras formas de pensar ni a los que son diferentes.
No es tan difícil.
En USA, que en su día fueron los primeros antifascistas (no os olvidéis de la 2ª Guerra Mundial), han tenido un presidente que ha equiparado el antifascismo con el terrorismo (tampoco olvidéis lo que significa fascismo) y la campaña cuajó, algo preocupante.
Creo que me estoy enrollando con el contexto y las premisas, al menos estoy desarrollando los puntos que considero más importantes, los sistemáticos, los que son el reflejo más descarnado de su verdadera cara. Porque al fin y al cabo los problemas que se tratan en los medios y redes sociales (elevados a espejo de la sociedad por periodistas y voceros) y que voy a tratar yo, son detalles, algunos muy importantes y otros meras pantallas de humo, pero que sin un cambio más profundo en la sociedad, seguirán siéndolo. Como ya he metido mucha chapa, a los que hayáis llegado hasta aquí os doy mis titulares, el método de información del s. XXI, ¿para qué profundizar en los temas de actualidad?:
- Streamers en Andorra, el problema no es su decisión, típico egoísmo no empático neo-liberal, si no que no se regule la realidad globalizada que vivimos (por ejemplo: los impuestos se cobren en los países de dónde son los espectadores).
- “Libertad educativa”, ya existe, un estado aconfesional da educación objetiva, sin confesión alguna, para lo demás colegio privado (lo concertado que desaparezca, es un sinsentido español) y sin ayudas económicas de ningún tipo, porque el estado ya te garantiza la educación.
- Colaboración público-privada, forma neoliberal de pedir dinero a papa estado (la paguita) y seguridad frente al riesgo que pueda traer una inversión. ¿Cómo es posible que habiendo pagado tal porcentaje de la investigación de las vacunas de la COVID, los estados europeos tengan que comprarlas? Buf… aquí tendría para un par de horas, pero con qué repaséis la historia de estas financiaciones encubiertas de las grandes constructoras españolas, debería de bastar.
- Bancos del mundo, casi todos, el negocio más rentable del mundo, siendo uno de los principales culpables de la crisis (no superada) del 2008, te rescatan con dinero público, el estado crea un “banco malo” para salvar tus cuentas y tú, cómo banco, sigues desahuciando, subiendo las comisiones y no tienes que hacerte cargo de ninguna responsabilidad. Beneficios 100%.
- Medios de comunicación, hace mucho tiempo que dejaron de ser el 4º poder para servir a los mismos que todos sirven, el poder económico, porque es otro ejemplo de cómo te venden pluralidad y libre elección cuando casi todos están en manos de la oligarquía nacional (Planeta, A3 Media, etc.). Cómo cuando entras en el supermercado, ves muchas marcas “diferentes” para comprar, pero luego compruebas que todas pertenecen a 5 o 6 multinacionales (P&G, Unilever, etc.). En resumidas cuentas, actualmente los mayores creadores de odio.
- Toque de humor para todos esos neoliberales que salen en las redes sociales, periódicos y teles para decir que les censuran:
Y ya no os molesto más, me he quedado más tranquilo, que cómo ya os comentaba al comienzo, ahora soy padre (también pesado) y el tiempo para escribir (algo que adoro y necesito) se ha reducido mucho, este desahogo me ha venido muy bien. Hasta la próxima entrada, que la habrá, cuando se pueda. Un abrazo.