Cumpleaños


cumpleaños adult-1852908_640_optAllí estaba, cabizbajo, triste y sentado en una mesa en la que no encontraba compañía. Bebía un vaso de agua mientras seguía inmerso en unos lacónicos pensamientos sobre la vida. Era la hora de acostarse y no había recibido llamada alguna aunque hoy era su cumpleaños. Su mujer concibió muchos descendientes, y a pesar de la Guerra, todos sobrevivieron a la adolescencia. Aun así, ¡no había recibido llamada alguna!

Mientras se acercaba el auxiliar que ayuda los días impares en la residencia, empezó a supurar rencor hacía sus hijos. Aquellos por los que habían sufrido en la Guerra, por los que había dejado de comer, de beber y de vivir, para subsistir. Les había dado sus mantas para las noches más frías y los muslos de pollo los domingos, pero cuando crecieron le abandonaron a su suerte, olvidándose de él por completo.

Pasó unos años de transición sin nadie ni nada alrededor antes de recalar en la residencia, donde se convirtió en un autómata con poca grasa y poca gracia. En un principio se decidió a venir porque pensó que sería cómodo y más importante, que conocería gente. Pero entre pastillas, demencias y defunciones no encontró a nadie duradero con quien conversar. Se encerró en sus recuerdos. Su mujer murió a consecuencia de su fertilidad tras varios partos difíciles que le acarrearon secuelas. Tuvo un total de ocho hijos de los que todavía vivían los siete ingratos que ¡no habían hecho llamada alguna!

El pobre Javier, oveja negra de la familia y quien más le recordaba a su propia juventud, sucumbió a los peligrosos años ochenta. Pensando en esto y perdido como estaba en su pasado, no sé dio cuenta de que el auxiliar ya le había sido acostado y cerrando los ojos, decidió cambiar la situación. Sacó una petaca que tenía escondida en un diario hueco, que los enfermeros nunca le registraban por lo personal del objeto, y empezó a beber ese delicioso jugo procedente de la uva de su pueblo.

A la vez que bebía, recordaba. Recordaba el bello rostro de su mujer, las juergas que tuvo de joven con sus amigos y la felicidad y el orgullo tras los nacimientos de sus hijos. Esos hijos de… los que, en su cumpleaños, ¡no había recibido llamada alguna!

Luego rememoró, desde la oscuridad de su alma, esos momentos dolorosos e imborrables que siempre parecen más fáciles de conmemorar. La larga convalecencia y posterior muerte del amor de su vida, la desaparición de todos sus amigos, el abandono paulatino de sus hijos, Javier ¿por qué te fuiste así?… y su reconversión en la residencia en un ser inerte e innecesario, semejante a un ficus de plástico.

Era su cumpleaños y no quería sentirse triste. Así que se acabó de un trago la petaca, cerró los ojos y volvió a encontrarse con su mujer.


Y es a partir de este punto desde donde podéis continuar la historia, de la forma que queráis, no sólo en relación al argumento (olvidaros de la censura) si no en la forma. Aquí os dejo los métodos por los que podéis participar:

  • Escribiendo en los comentarios la continuación, que luego pasaré a las web.

Por supuesto la autoría está más que garantizada y el contenido de toda la página y sus contenidos están bajo una Licencia Creative Commons que protegerá vuestro trabajo. Además me comprometo a editar tan sólo de manera formal vuestros textos y a repasar sólo las faltas ortográficas, porque aquí lo divertido será crear entre todos una historia compartiendo nuestra imaginación. Pero bueno, siempre hay que empezar por el principio. Pero bueno, siempre hay que empezar por el principio.

No os cortéis en participar, ya sea con una sóla frase o con una parrafada, estamos abiertos a todas vuestras ideas 🙂

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