Análisis del Juego Le Havre


TítuloCreadorFabricanteNº JugadoresAño publicaciónTiempo partidaInstruccionesContenidos
Le Havre
Uwe Rosenberg
1 – 5
2008
30 – 150 min
Instrucciones de Zacatrus
ANÁLISIS DEL JUEGO LE HAVRE:
Quizás os preguntéis, yo al menos lo haría, qué me ha pasado para no traeros ningún juego de mesa nuevo durante tanto tiempo, a qué viene esta sequía lúdica que se ha cernido sobre el Núcleo. Y yo os responderé con dos argumentos infalibles: la cantidad de movimiento y grupos que últimamente pululan por los alrededores, han transformado nuestras prioridades y por supuesto, nuestro mundo ha desaparecido, ya no hay una tienda donde ir a comprarlos y cada juego que he traído ha sido un pequeño milagro, confío en que no esperaseis uno nuevo cada semana, porque eso es imposible. Aunque bueno, resulta que esta semana el hecho extraordinario se ha hecho realidad y por increíble que os parezca, en una de esas aulas de los pisos superiores encontré un nuevo juego de mesa para la Biblioteca, de nombre Le Havre, en unas increíbles condiciones, parece nuevo, y además yo lo jugué en el occidente pre-químico. Y cómo la experiencia fue tan buena, con una mezcla de diversión y reflexión a partes iguales no he podido no traéroslo.
Siguiendo la costumbre, lo primero es explicaros las reglas de forma sencilla, así podréis empezar a jugarlo más fácilmente al juego de mesa Le Havre, que diseño en su día el creador más clásico de todos, Uwe Rosenberg. Todo comienza con la colocación de los componentes, sin duda alguna lo más molesto por la cantidad de recursos distintos que hay que separar y ordenar, aunque esto es lo normal en los eurogames de culo duro como este. Pero una vez organizado, las mecánicas son de lo más sencillas. Se supone que los jugadores tienen una compañía en el puerto de Le Havre en el pasado y hemos de prosperar hasta conseguir la mayor riqueza en la última ronda. ¿Cómo conseguir esa riqueza? Recopilando recursos o construyendo edificios que sirvan o para procesar los recurso y transformarlos en materiales elaborados (para construcciones más complejas o para venderlos más caros) o para recolectar recursos primarios. Pero en cada turno que te toque sólo podrás realizar una sola acción, hecho principal de la carga estratégica y táctica que caracteriza a Le Havre. Por último, al término de cada ronda, que no turno, una vez los jugadores habéis recorrido las siete losetas que representan la susodicha ronda, habréis de alimentar a vuestros trabajadores tanto como indique la carta de fin de ronda correspondiente. Tras la primera carta de fin de ronda aparecerá el primer barco, los cuales sirven sobre todo para rebajar las necesidades de comida en el final de ronda. Finalmente, al terminar todas las rondas, dependientes del número de jugadores, se hará recuento del dinero obtenido y el valor de los edificios que cada uno haya construido y quien más riqueza obtenga habrá ganado.
Y ahora, como siempre, la razón oculta por la cual me alegré tanto de encontrar Le Havre para traéroslo, porque en este juego de un increíble y muy calculado diseño, habréis de trasformar ese pensamiento cortoplacista, que nos ha sido útil para nuestra primera supervivencia y que en la Europa más capitalista, era norma general entre gobernantes y empresarios, quienes de facto decidieron con sus cortas miras este apocalipsis químico. Pues con Le Havre tendréis que aprender a pensar a largo plazo y a ser previsores, mediante muy pocas decisiones puntuales, lo que mejorará vuestra visión estratégica de las necesidades y a distinguir la urgencia de lo complementario. Todo esto menos necesario en estos días de prisas y sorpresas en el Núcleo, pero que será básico el día en que este asentamiento sirva para crear la nueva cultura y sociedad occidental, reinventada y mejorada.

El Contador de Historias

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