TítuloCreadorFabricanteNº JugadoresAño publicaciónTiempo partidaInstruccionesContenidos
Ladrillazo
Francisco Fernández y Alejandro Pérez
Auto-publicado
1 – 6
2017
60-90 min
162 cartas, 1 dispensador, 140 sobres, reglas e instrucciones montaje de dispensador
ANÁLISIS DEL JUEGO LADRILLAZO:
Antes de que el mundo que conocíamos desapareciese bajo el manto químico que nos trajo al Núcleo, el sistema que nos cobijaba, supuestamente desde la Segunda Guerra Mundial, también había desaparecido. Al menos ese ideal del estado de bienestar, que ayudado por la intervención estatal, creaba un capitalismo más justo haciendo por ende, menos libre al mercado y evitando hasta cierto punto (sólo un poco) el poder completo del dios dinero. Pues esto fue lo que eliminaron del sistema por aquel 2008 en adelante, lo vendieron como una crisis global económica (que lo fue) y el discurso generalista representativo del sistema, nos responsabilizó por “haber vivido por encima de nuestras posibilidades”; tratando de ocultar a su vez a los verdaderos responsables. Bancos, políticos, grandes multinacionales y demás multimillonarios que por incompetencia o por avaricia desmedida y conocimiento de causa (la mayoría), con la excusa montada, aprovecharon para eliminar esos molestos derechos de trabajadores y ciudadanos que tanto reducían sus ya ingentes beneficios. En la península, aparte de la venta del Estado en cómodos sobres y corruptelas varias, el punto más crítico fue el sector de la construcción y la vivienda, ese sector que vendían como el motor de la economía, una economía viciada y predispuesta a la especulación y el dinero fácil y rápido para el que ya lo tenía. Este es el contexto necesario, no sé si muy largo, pero básico para que entendáis el juego de mesa que hoy os traigo (ya os avisé de que tenía muchos en la recámara), Ladrillazo, un juego que en su día fue un éxito en Verkami. A esto ayudó también, además sus múltiples fortalezas, su aparición en La Vida Moderna, un programa de radio de humor y algo de locura que era más que recomendable, pero que por desgracia nunca conoceréis ya que en los primeros días de infestación química, cuando aún quedaba tecnología, se pudo ver a Broncano, Ignatius y Queque, transformarse durante la grabación de lo que a la postre sería su última programa.
Pero bueno, creo que me he vuelto a enrollar con lo contextual y yo aquí tengo que explicaros como se juega a Ladrillazo, y no perderme en un pasado que no sólo no volverá, si no que está destruido. Ladrillazo es un juego de cartas que representa la burbuja inmobiliaria poniéndoos en la tesitura de conformar vuestra propia trama de corrupción y que ganará el que más dinero negro consiga, mediante seis tipos de cartas: terreno y ciudadanos (se bajan gratis a la trama, vuestra zona de juego), políticos y constructores (piden requerimientos, un pago, para bajarlos), proyectos urbanísticos (los que dan dinero, también con requerimientos) y las mamandurrias (patrocinios en los que al invertir tu dinero, os dará ventajas momentáneas). Las mecánicas que mueven las tramas se basan en las clásicas Magic, las primeras (terreno y ciudadanos) vienen a ser el maná que se utiliza para bajar el resto de cartas y para subir el nivel a proyectos, políticos y constructores. Estos dos últimos también sirven para bajar otras cartas (políticos y constructores de más nivel y proyectos), además de que tienen todo tipo de habilidades propias. Los cartas de proyectos son las que, una vez bajadas, os darán el dinero necesario para ganar y que, en forma de sobres (no podía ser de otra manera), tiene su propia mecánica. Al principio de la partida, además de las ocho cartas iniciales de vuestra mano, obtendréis también una tarjeta de paraíso fiscal; mientras avance vuestra trama bajaréis cartas (políticos, constructores, algún ciudadano) en donde podréis esconder los sobres de dinero negro ganados y otras (constructores y algún político) que podrán evadirlo a tu propio paraíso, donde ya estarán seguros para siempre. La evasión es considerada una acción, al igual que usar una habilidad de una carta, ganar dinero con proyectos o pagar lo que hemos llamado maná para bajar más cartas a las tramas; y cómo acciones que son, habrá que girar las cartas usadas para la acción inhabilitándolas hasta su próximo turno. Salvo dos detalles estas son las mecánicas de Ladrillazo, que cómo los creadores dijeron “se desarrolla en un ambiente liberal en lo económico”, así que podréis negociar, subastar, vender cartas y sobres, o incluso chantajear, pactar o sobornar sin restricciones.
El último pormenor del que os hablaba es el dispensador de sobres, un armatroste que le da al juego de mesa ese aspecto de sobreproducción, porque con una bolsita opaca obtendrías el mismo resultado. Pero no os olvidéis de la temática de Ladrillazo (esa primera parrafada que os habéis leído para llegar aquí). ¿Qué sería de un proyecto de ACS sin sobrecostes? Además hay que construirlo, no hay nada más temático en el juego que el dispensador de sobres, y eso que sale Florentino Pérez y el rey emérito. Y aprovechando la aparición de estos nombres, dejadme que os de otro de mis consejos: los errores están para aprender de ellos, son una mierda sí, pero hay que aprovecharlos porque siempre van a estar ahí. En el Consejo del Núcleo seguimos esta máxima desde el inicio y quiero que vosotros, los más jóvenes del refugio, lo aprendáis pronto y que al contrario de lo que demostró la antigua realidad donde, diez años después de esa crisis que hizo más ricos a los ricos y que todavía resoplaba, los poderosos repetían los pasos que les llevaron a tan pingües beneficios, cambiando alguna palabra de la receta (quizás “alquiler” por “compra”); y la sociedad repitió los mismo errores de bailarles el agua y confiar en su bondad, pues la religión capitalista tiene sus propios santos, para mejorar el nivel de calidad de vida del resto (cuántos tontos agradeciendo a Amancio Ortega lo mucho que hacía por su bienestar). Por fortuna en este caso, aunque fuese una desgracia, la invasión química evitó que estos multimillonarios, políticos y multinacionales nos llevarán de nuevo a ese pozo, pero también evitó mi satisfacción de repetir por todos los lados y a todos los que no me creían: “os lo dije”.
El Contador de Historias
