La semana pasada estuve de vuelta por mi ciudad natal, Zaragoza, y aunque me salté una clase de euskera (Patrocinio cultural – cómo estoy en búsqueda de trabajo estable estoy aprendiendo otro idioma más y no uno fácil 😉 por cierto, si alguien necesita un escritor no dudéis en poneros en contacto por el mail de la página – publicidad, ups, quería decir, patrocinio cultural), mereció con mucho la pena, como siempre, por estar con mi gente y por las horas y horas de testeo que pudimos darle al Bom Bar Dum.
Nos reunimos los compadres de Tusitala (Horchatas, el señor M y yo) en casa del primero con nuestras respectivas, siempre he querido utilizar esta expresión, y tras los obligados y disfrutados momentos de reencuentro, nos pusimos a la faena con las pruebas sobre la evolución del Bom Bar Dum. Le hemos incluido muchas novedades de las que no os voy a contar ninguna… buaha, ja, ja, ja… pero para todos los que ya conocéis el juego de mesa y que en las jornadas donde lo habréis probado, os gustó (no es un secreto que fue así, aun guardamos las encuestas… je, je, je), os puedo decir que ahora es incluso más divertido y, aunque parezca contradictorio, más loco y estratégico a la vez. Y no es sólo nuestra opinión, la de nuestras respectivas también (cuidado Jorge, de 0 a 100 con la expresión en un solo texto, no abuses), y eso que son nuestras mayores críticas… ya sabéis, la confianza…
Así pasamos las horas, testeando, divirtiéndonos y riéndonos con las nuevas combinaciones del Bom Bar Dum. Luego las responsabilidades reclamaron su espacio y tras las pertinentes despedidas que siempre se extienden en el tiempo, como el recuerdo de las grandes películas, cada pareja durmió en su casa.
Al día siguiente siguieron las celebraciones, porque los testeos exitosos son sin duda una celebración, con la comida por el nacimiento de mi hermana, en otras palabras, su cumpleaños (si es que estoy graciosillo) y de nuevo, Iguázel, muchas felicidades. Estuvimos hablando durante horas en una de nuestras deliciosas sobremesas (por la comida y la compañía), contándonos nuestros testeos personales con la vida que no son pocos con el paso de los años, y apoyándonos con los resultados de esas pruebas, ya sean buenos, malos o todo lo contrario.
Por esto estoy orgulloso, porque eso deberían hacer siempre las familias y los amigos, y los míos nunca fallan.
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Nunca dejaré de testear