Capítulo 46. Cuatro cabezas. Paco y Mariano.


Paco observa la bolsa de patatas desde la que Mariano le habla, tiene la mirada perdida pero su atención es extrema, siente que se lo debe, que el haber sido su asesino le confiere la obligación de ser, como mínimo, su oyente.

Al final parece que esos dos que nos acompañan, a los que consideras inteligentes, no lo son tanto. Han caído en la trampa con mucha facilidad. De hecho… ¿no te asusta un poco que todos en el Núcleo sean así de inocentes? La inmensa mayoría decidió que había que dar una oportunidad a la Ciudad, y nadie puso sobre la mesa la posibilidad de que todo esto fuera una artimaña para debilitaros…

Paco responde con un susurro, no quiere que le escuche quien no va a entender lo que ocurre.

Siendo sinceros yo tampoco he dicho nada hasta esta mañana…

Pero tú ya te habías dado cuenta, ya lo sospechabas, no como el resto que aún creen que estos monjes sólo quieren daros vuestra recompensa… ellos ni se han planteado que los monjes tengan un perverso sentido del humor y que “vuestra recompensa”, no sea tan bueno como podría sonar. Tú sí, lo sé. Tenemos un vínculo muy íntimo después de lo que pasamos en la Granja.

A ese respecto… quería pedirte perdón, ya sé que lo tuyo es algo irremediable, pero en esos días estaba a casi todas horas borracho. Probablemente no debía haberte disparado, estabas en minoría, pero no es característica de los alcohólicos ser paciente. Ahora sí que lo soy, al menos un poco y quiero aprovechar esta charla para remediar hasta cierto punto lo que hice y decirte que lo siento…

En un grito que sólo Paco oye, Mariano responde.

¡No lo sientas! Yo iba a dispararos, no tenía otra salida, era mi única oportunidad, hiciste lo correcto. Aunque no te olvides que ahora la situación es a la inversa, estáis en minoría…y después de recordar lo que hicisteis ¿qué crees que harán con vosotros?

Nada bueno

¿Y al Núcleo?

Aprovecharán para hacerse con él.

Veo en tu mirada resuelta que has llegado a conclusiones, entonces… ¿Qué vas a hacer?

Antes de que la cabeza de Mariano reciba respuesta, la del Contador se gira. Le ha parecido escuchar a Paco hablando con alguien y lo que ve, no le reconforta. Su compañero está sentado en la silla del comedor donde le había dejado, pero con su brazo rodea la testa del cadáver como si fuera un íntimo amigo. Preocupante imagen que decide cortar, aunque tenga la boca llena con una de las chocolatinas que guardaba la cocina, y que pretende usar como excusa.

Paco ¿has probado estos Kit-Kat? Los han conservado de maravilla

El Contador se ha acercado a la mesa y ha dejado caer varios de estos chocolates sobre ella, sólo ha conseguido ponerle nervioso, así que le sigue hablando.

Lo cierto es que en el antiguo mundo yo boicoteaba a Nestlé, esa multinacional que tanto mal hizo… no consumía ni compraba sus productos, aunque a estas alturas poco importa ¿No crees, Paco?

Paco no responde pero sí que coge una chocolatina y se recuesta en el respaldo, alejándose de Mariano, así que para terminar de apartarle de los malos pensamientos que debían pasar por su mente, ¿por qué, qué otros pensamientos pueden surgir de una cabeza podrida?

Paco, por favor, puedes avisar a Amazona de este festín… creo que ha subido al dormitorio.

Y el que estaba sumido en un trance tal capaz de comunicarse con los muertos, parece volver a la vida y con una sonrisa de circunstancias, se va sin soltar ni más sonido que el que conllevan sus movimientos.

Ahora el Contador se encuentra sólo en el comedor, si consideramos que un apéndice del cuerpo humano apartado del resto, no es un ser en sí mismo. Duda que le surge al actual acompañante de Mariano cuando, como es su costumbre, murmulla lo que piensa.

Algo le pasa a Paco, algo más que venir a la Ciudad con los peligros que trae consigo, espero… espero que no sea una recaída, la verdad es que no se parece a las dos anteriores… parece peor, distraído, y no es el momento para…

La sorpresa se hace voz para el Contador cuando la cabeza de Mariano, todavía encerrada en la bolsa, le empieza a hablar.

Tienes razón, Paco está mal, muy mal, y lo comento porque acabo de tener una extraña conversación con él… no se fía de vuestras decisiones y menos de la gente de la Ciudad, con lo bien que os han tratado. Aunque a mí no me quisieran, no parecen malas personas… pero Paco es suspicaz y desconfía ¿Podemos confiar nosotros en él?

Y por segunda vez la cabeza de un muerto psicoanaliza a uno de los diplomáticos del Núcleo.

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