Capítulo 16. La Historia de Malik y Omar (V) 2


cup-367456_640 by Stevebidmead in PixabayEn ese momento recordé la primera pregunta que me había hecho mi nuevo compañero y resolví que aunque él fuese a mandar, yo también me merecía conocer sus historias.

“¿Quién es Mohammed? ¿Para qué has quedado aquí con él?”

“Imagino que si me vas a acompañar no hay problema en que comparta alguna información de lo que será nuestra supervivencia… Llevo un tiempo vendiéndole fruslerías de lujo, colgantes de oro, diamantes y mierdas así que encuentro en mis viajes, y Mohammed me paga con munición, armas, medicamentos y comida…”

Ante mi sorpresa e incredulidad por no creer a nadie tan avaricioso y estúpido como para pensar que en el mundo que vivimos, esos tratos le eran beneficiosos, el antiguo mercenario continuó.

“Comprendo tu cara, pero es así, él es imbécil y yo me aprovecho. De hecho, como veo que no tienes armas de fuego ni munición, hoy le daré un pequeño tesoro que llevaba mucho tiempo guardando…”

De una mochila cercana sacó un cáliz muy ornamentado cubierto de piedras preciosas y hecho de lo parecía oro.

“Lo encontré en Oriente Medio hace años en una misión, en mucho lugares decían que era el santo grial… a mí no me importa en absoluto, sólo sé que nos va a pagar nuestra protección hasta el primer refugio”

Él se rió y yo seguí preguntándole e informándome.

“¿Cómo te llamas?”

“Javier, perdón por no decírtelo antes, llevo mucho tiempo solo”

“¿Dónde has estado viviendo?”

“En el camino, buscando mis refugios, pero sin GPS me ha resultado imposible, sobre todo porque perdí mis mapas…”

“¿Cómo vamos a cruzar el estrecho?”

“También tengo una lancha escondida en la costa… como puedes ver te ha tocado el gordo”

Me levanté y recogí de entre los recursos que guardaba en mi mochila dos latas de melocotón en almíbar que aun guardaba de los refugiados y después de abrirlas le ofrecí una a Javier a modo de agradecimiento.

Malik le acaricia la cabeza a Omar, posa la mano sobre su pecho que respira tranquilo y tras cogerlo en brazos para
llevarlo a la cama, Omar se le abraza al cuello y le pide de nuevo.

No papá, quiero oír ma…

Bosteza y continúa.

Quiero oír un poco más…

Vuelve a bostezar y Malik responde.

Está bien Omar, seguiré un poco más pero dentro de nada nos iremos a la cama, que yo también tengo que descansar… mañana tengo que salir.

El miedo que esto produce en su hijo le despeja un tanto, lo suficiente como para que Omar llore. Lo suficiente para que Malik le consuele y recupere cada vez más humanidad al sentirse padre de nuevo.


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