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Era de noche la primera vez que pisé Europa y hasta ese momento había pasado todo el tiempo agarrado a la mano de Anana y con el miedo atenazando mis brazos, pero aprovechando el cansancio de nuestros jóvenes cuerpos, los “trabajadores” del doctor Cameron me separaron de mi hermana casi para siempre.
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A lo largo de mi vida sólo la volví a ver una vez más, ya éramos adultos, los dos finalizando nuestra decena de los veinte. Yo ya era un famoso corredor de fondo… todo lo famoso que un corredor de fondo pudiera ser en la antigua sociedad… y ella… ella… ella era puta… puta y drogadicta. Me contó que la culpa había sido del doctor Cameron, me contó que el doctor utilizaba como excusa sus viajes como ojeador a África, para traer consigo a varias niñas deslumbradas por el oropel europeo y venderlas luego a distintas redes de prostitución y pornografía. También me confesó con lágrimas en los ojos que comenzó a beber alcohol para olvidar tras su primer servicio y que no dejó de aumentar la dureza de la droga y su cantidad hasta ese momento…y lo peor de todo, que no tenía ninguna intención de cambiar sus estilo de vida… que no tenía nada por lo que luchar.
Durante un mes viví en su ciudad y le insistí para que hiciera un esfuerzo, que ahora estaba yo y que la necesitaba, que sólo nos teníamos el uno al otro… pero en uno de los últimos días en los que estuve con ella me contó partes del resto de su historia, partes que sólo recordaba cuando aún estaba sobria por la mañana, sin heroína por sus venas y hasta cierto punto la comprendí: “… Malik… Malik… ven conmigo… me muero, me arde el cuerpo por dentro… cof, cof, ya estás aquí… lo siento mucho Malik, perdóname por no haberte protegido… si te hubiese agarrado más fuerte en aquel avión… todo fue por mi culpa Malik, yo les maté a todos, a nuestros padres, a los abuelos, a nuestros hermanos… yo lo hice al marcharme aquella noche, ¿sabes ya qué fue el doctor Cameron quién ordenó el saqueo y destrucción de nuestro pueblo? ¿Lo sabías?…” “Sí, pero él hubiera hecho lo mismo sin ti, sólo que ahora estarías muerta” le respondí, y agarré su mano, ella continuó. “Eso hubiera sido mejor, sería mejor estar muerta que esto que me quema las vísceras…” Le corte y le dije: “Pero ahora podemos cambiarlo, puedo cuidarte, conocerás al resto de tu familia, tienes un sobrino llamado Omar que quiere conocerte y una cuñada que te querrá tanto como yo”. “Lo siento mucho Malik, si en mi pasado sólo hubiera sexo forzado, drogas y África, quizás pudiera intentarlo pero no… hay algo más… más oscuro y vergonzoso… hace unos meses estuve en una nueva secta, no sé cómo llamarla, pero eran unos cuantos niños ricos y drogadictos que a varias putas yonquis, nos pagaban un pequeño piso y nos daban algo de efectivo para usarnos cuando quisieran, lo único que pedían a cambio era nada de anticonceptivo… ¡Ay, no sabes cómo sufría!… estuve dos años con ellos y tuve dos bebes que nacieron muertos… las malditas drogas… y en esos momentos descubrí para que nos usaban… ¡¿Dónde tengo la aguja?!” Revolvió su mesilla y en diez segundos ya estaba quemando la cucharilla, y en un minuto clavándose la jeringa y en cinco más una sonrisa estúpida cubría su cara… no se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado… volvió a hablar. “Pues eso… je, je… cuando nacían, preparaban un ritual con el bebé y todos los miembros participábamos en una orgia de sangre y sexo… tomábamos droga zombie ¿no sé si la conoces?… luego esa mierda hacía su parte… je, je… haciendo de los participantes unos monstruos con hambre de carne humana… y… y entre todos nos comíamos… sí… nos comíamos los cuerpos de los niños de esa camada, estuviesen muertos o no… agh… je, je… cof, cof… ¡Me comí a mis hijos!” Esto último, Anana, lo gritó mucho más que avergonzada y después vomitó una mezcla de bilis, sangre y un denso líquido negro, y tras lavarse la boca con la manga, terminó: “Pero toda esta dinámica cambió cuando mi último hijo nació vivo… quise salvarle… me escapé… estuve unas semanas sin drogarme… un día no pude más y volví a caer y tras unas jornadas fuera de mí por la heroína… me desperté en la cama sobre el cuerpo asfixiado del niño… han pasado tres meses desde entonces… no me merezco la ayuda de nadie… ¡¡¡VETE Y NO VUELVAS MÁS!!!”.
Ella volvió a vomitar y yo me fui, aunque aún intente convencerla una semana más, comenzó mi temporada de carreras y tuve que irme, nunca la volví a ver… unos pocos años después cerraron las fronteras entre Europa y África, el mundo occidental se fue al garete y yo estaba en el lado bueno, en mi África adonde había ido a entrenar. Pero Omar, mi querido hijo, se había quedado en casa de mi ex-mujer… yo sabía que seguía vivo.
Que cosas tan descarnadas y horrorosas describes!!!!! Casi me gusta más cuando el relato es menos crudo…. impactante!!!!
Ah!!!! La mujer del hermano es la cuñada, la nuera es la mujer del hijo.
Perdón 😉 Gracias por el apunte, se nos pasó 😉
Duriiiiiiiiiisimo el relato.